La mejor Historia de Superman según yo
Si alguien te pregunta cuál es tu historia favorita de Superman, lo primero que te viene a la mente es que no hay una historia favorita de Superman, hay muchas, pues a lo largo de todo el tiempo que he tenido como lectora de cómics y concretamente de Superman, he tenido el privilegio de poder leer y disfrutar para el recuerdo muchas historias del Hombre de Acero. Pero como jugar a esto implica seleccionar una, me voy a quedar, hoy, solo por hoy, con una aventura que se publicó en el Superman Vol. II #02 (1986) de Byrne, al cual le tengo un especial cariño. Se trata de una historia auto conclusiva en la que John Byrne nos regala toda una lección de caracterización, no de Superman, ni de Clark Kent, sino de Lex Luthor, personaje al que Byrne cambió de forma drástica en el relanzamiento que supuso la miniserie Man of Steel, publicada tras Crisis en Tierras Infinitas.
Luthor venía de ser un villano de manual, un egocéntrico científico, cuyo odio visceral, irracional y en muchas ocasiones hasta poco fundado por Superman le hacía elaborar aparatosos planes con el único fin de vencer, humillar o incluso matar a Superman. Una figura clásica que había funcionado en su momento pero que llegada la década de los ochenta pedía a gritos un intenso lavado de cara. Byrne sabía lo que tenía que hacer y lo que es más importante, supo hacerlo de manera orgánica. No se trataba de dar un carpetazo a todo lo anterior, se trataba de construir algo mejor a partir de las materias primas disponibles y lo hizo con Luthor a la perfección.
Para Byrne, Luthor tenía que seguir siendo la némesis por excelencia de Superman y para eso era necesario dotarlo de una razón para que Luthor deseara acabar con el Hombre de Acero. Lo primero que Byrne hizo fue convertirlo en un hombre de negocios, próspero, bien posicionado socialmente, con una más que considerable fortuna y poder acumulados a base de trabajo y alguna que otra táctica de dudosa legalidad. Metrópolis adora a su benefactor, su hombre fuerte, que de pronto se ve desplazado por la aparición de una nueva estrella en el firmamento. Una estrella que brilla mucho más y al que la gente pronto dirige su mirada. Luthor, que continúa siendo egocéntrico, no puede asumir ese cambio de estatus, máxime cuando el propio Hombre de Acero lo humilla durante una fiesta y hace que sea encarcelado. La ofensa puede parecer mínima, pero en realidad tiene proporciones cósmicas en el interior emocionalmente inestable de Luthor. Su realidad se ha visto trastocada y es necesario actuar cuanto antes.
Bajo esta premisa Byrne se lanzó de lleno a controlar los devenires del personaje y no tardaría mucho en fijar su mirada en Luthor de nuevo y fue, en estos números, donde hizo un uso magistral del personaje.
En esta historia Luthor confía en la tecnología y en una joven promesa de la informática y la programación, la Dra. Amada McCoy, para introducir variables en un ordenador capaz de procesar la ingente cantidad de datos disponibles y elaborar un veredicto con relación a la verdadera identidad de Superman. Byrne se adelantó casi 25 años al concepto del Big Data con esta historia.
Aunque tal vez Stan Lee y Steve Ditko se adelantaron casi 55 años a este concepto en la historia donde Living Brain adivinaba la identidad de Spiderman a partir de unos pocos datos. 🙂 La gestión computarizada de datos no es algo nuevo, pero hoy en día está adquiriendo un valor desproporcionado y peligroso a varios niveles. Sin embargo este acercamiento en eras pretéritas, cuando Internet era un sueño y la computación empezaba a hacerse un hueco en el mundo, la imaginación de estos autores iba por delante. Claro que es una exageración, sin duda, pero imaginaron un escenario que hoy sé está haciendo realidad e imaginar algo así en ese momento tiene mucho merito, la verdad. 🙂
Uno de los factores por los que me vino a la mente esta historia, cuando me quedo unos minutos recuperando recuerdos de lecturas pasadas de Superman, fue precisamente esa radiografía que hace del personaje que no puede creer los resultados porque en su mente narcisista no cabe que alguien tan poderoso se esconda tras la fachada de un don nadie. Leí esta historia con 17 años, porque cuando yo empecé en esto ya se había publicado hace muchos años, la miniserie de Man of Steel. Recuperé los números de la colección en eventos de entusiastas del mundillo del cómic que se realizaban en todo el país, y poco a poco, mediante arqueología comiquera, logré hacerme con toda la etapa de Byrne al frente de Superman. Con 17 años una ya no es tan fan de tramas tan banales e infantiles como las de Dragon Ball Z y la capacidad de asombro y la suspensión de la incredulidad han empezado a menguar exponencialmente, lectura a lectura, una se hace peor lectora si hablamos en estos términos. La cuestión es que aún bajo estas circunstancias esta historia computarizada me resulta extrañamente sorprendente por su enfoque, alejado del típico cómic de superhéroes donde el conflicto físico es, en la mayoría de las veces, el activador de la trama.
Ahí tenia a Luthor perfectamente caracterizado, dejando clara su postura, su forma de ser, su inteligencia más pura, para luego ponerse a sí mismo la zancadilla a la hora de poder comprender los datos que tenía antes sus propios ojos. Una historia sublime.
Historias de Superman hay muchas y hoy es esta la afortunada que se ha filtrado hasta las capas superiores de mis neuronas para ser protagonista de este texto.
(Bren González)
Comentarios
Publicar un comentario